lunes, 18 de septiembre de 2017

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Próxima parada: Embajadores. Atención: Estación en curva. Tengan cuidado de no introducir el pie entre coche y andén. Next stop: Embaja… ¡Qué cojones! Que alguien le diga a esa mierda que se calle. Ya ni en el metro se puede dormir.
Jodido estómago… rugir y rugir como si fuera el puto rey de la selva… siempre pasa lo mismo. No pensar en nada; esa es la clave: dejar la mente en blanco…
- Como te lo cuento, tía, y va el gilipollas y se lanza después de decirme no sé qué al oído. Después de toda la noche evitándolo va y se me lanza.
- Ponte como quieras, pero las dos sabemos que lo estabas deseando. Desde que te dejó no hacéis otra cosa que no sea arrastraros por ahí intentando olvidaros, o al menos eso decís, porque en realidad lo único que hacéis es intentar dar celos al otro.
Me apuesto lo que quieras a que sabías que iba a estar en la discoteca hoy. Lo que quieras. Y nos has liado para venir a todos simplemente para zorrear en su cara, para ver cómo zorrea él en la tuya y para que al final acabe arrastrándose detrás de ti. Siempre haces lo mismo.
- Pero, ¡qué dices! No tienes ni idea. Lo único que quiero es que me deje ya en paz. Yo he pasado página, ¿no te das cuenta? No lo necesito y no lo quiero en mi vida… ¿Es que no se van a callar nunca o qué? Hay que odiar el transporte público. Quien estuviera ya en la cama, joder. La mente en blanco, ese es el truco. No hay que pensar en nada y todo se calmará…
Próxima parada: Legazpi… ¿Legazpi? No puede ser. La anterior era Embajadores. Entre Legazpi y Embajadores hay… déjame ver... dos paradas. Me habré dormido, supongo. No se cómo con la tertulia y con el puto estómago en rebeldía, pero me habré dormido. Bueno, mejor, ya hemos llegado.
¡Jóder! Agárrate a la barra inútil. Ya está. Voy bien, ya ha parado. Sólo hace falta andar y un poco de aire fresco. La cama. Ya queda menos. Eso es, izquierda, derecha, izquierda, derecha. Como en el jodido ejército. Sigue el ritmo hasta las escaleras mecánicas. Esto es el Progreso. ¿Quién quiere subir las putas escaleras a las siete de la mañana? Me quedaría a dormir en el suelo, seguro. Mi cama…. Ya queda menos. Y… ¡ya está! En la primera planta. Abajo se marcha el metro. ¿Cuánto habrá? ¿Cincuenta metros? ¿Quizás cien? Si esto no es el Progreso, yo no sé qué puede ser. La maldita Ciencia, eso es. Y ahí se va el tren. En ese vagón que desaparece estaba yo hace medio minuto y, sin embargo, aquí estoy, cien o cincuenta metros más arriba (quién sabe) viendo como desaparece en el túnel. El puto Progreso.
Vámonos de aquí antes de que me vuelva loco, mi cama me espera…
Fuera apenas amanece. ¿No es precioso? A uno le dan ganas de ser poeta en estos momentos. Yo también podría haber ido para poeta. ¡Qué coño, todavía voy para ello! ¡Ya lo verán! Me publicarán los poemas que nunca escribiré y me premiarán por ellos. ¡Ya lo verán! ¡Eso sí que es un verdadero poeta! Ya queda menos para llegar, sigue con ello. No hay que pensar en nada. Sólo hay que mantener el ritmo: uno, dos, uno, dos. El orden militar por encima de todo.
¡Ah!... Sigues rugiendo, traidor. No se puede confiar en ti, no aguantas una mierda. Deja de quejarte que ya llegamos. La clave es dejar la mente en blanco. Respirar hondo. Respiración abdominal, nada de hinchar el pecho: inspirar, expirar, inspirar, expirar… eso es… ya se calma.
Buaggg…. Buagg… te dije que te calmarás, joder… buaggg… Parece que ya está, sí, ahora mucho mejor. Bueno, espera… buaggg… Eso es. Mejor echarlo todo, toda esa basura. Tengo que empezar a masticar mejor. Sí, masticar puede salvar vidas. Ya lo decía mi madre: al menos veinte veces por bocado. ¡Qué asco! Se puede ver lo que he cenado desde dos calles más allá. La ensalada se podría servir en uno de esos restaurantes de ahora. Tiene gracia. A veinte euros el plato.
Mucho mejor si… es mejor echarlo. Siempre hay un punto de no retorno. Uno sabe que hay que echarlo y es lo que hace. Apenas avisa. Eso sí, tengo que lavar los pantalones. Cuando llegue me los quito y a directo a dormir. Sí, por fin mi cama.
-Perdona, ¿estás bien?
- Si, si… Bueno, eso depende, ¿usted está bien, señora? Porque definitivamente si usted no lo estuviera mi respuesta sería la opuesta. Creo yo.
-Anda, levántate de ahí, muchacho. Te vas a manchar aún más. Deja que te ayude.
-No crea. Se está bien aquí. Se tiene otra perspectiva. ¿Ve este charco junto a mí? Eso estaba dentro de mi cuerpo hace apenas un instante. Ahí está lo que somos: jugos gástricos. Y los huesos claro. No se olvide de los huesos.
-Venga, ¡arriba! Y ahora vete a casa a descansar, ¿de acuerdo? ¿Vives lejos de aquí? ¿Necesitas que te acompañe, muchacho?
-No, no se preocupe. Es usted muy amable. Ya lo creo, muy amable. No se preocupe. Estoy bien. Vivo sólo unas manzanas más allá. Mi cama. Todo estará bien cuando esté tumbado cómodamente en mi cama, eso es… Bueno, muchas gracias. Ha sido usted de gran ayuda, ya lo creo. Buenas noches, señora.
Estoy mejor, no cabe duda. Simplemente se trata de seguir andando. Ya queda menos, casi lo hemos conseguido, amigo… cálmate, apenas te debe de quedar algo dentro ya. Hay que seguir las luces. Las farolas aún iluminan el camino. Como los jodidos reyes magos, eso es. Hay que seguir la estrella para llegar al portal, al pesebre, al cómodo lecho al lado de la vaca y la mula.
Si hubieran existido entonces las farolas nunca hubieran llegado. Eso también es el Progreso. La luz que impide ver la luz. Es un cielo sin estrellas. Bueno, todavía hay algunas, las últimas supervivientes, como esos restos de comida que aún se aferran a ti, amigo…
-…Vamos, cariño. Sé que lo estás deseando. Ven aquí, como esta noche. Antes no te apartaste, eh.
- Déjame de una vez. ¿Es que no lo entiendes? Ya no sé cómo decírtelo: se ha acabado, ¿vale? Asúmelo.
- Venga, nena… he visto cómo me mirabas en ese antro. Bailabas con esos tipos pero siempre acababas mirándome a mí. Tú lo sabes.
- Déjame. Te he dicho que no, joder. ¡Suéltame el brazo! ¡Me estás haciendo daño, bruto!
- ¡Eh, imbécil! Te ha dicho que la dejes, ¿estás sordo o que cojones te pasa?
- Tú no te metas, borracho. Sigue tu camino si no quieres problemas.
- Siempre es lo mismo, todos iguales. Pareces salido de una cutre de Hollywood, Schwarzenegger. ¡Te ha dicho que la dejes!
- ¡Y yo te he dicho que te largues, joder! ¡Te voy a enseñar a meterte en los asuntos de los demás, hijo de puta!...
… Tenía que haber matado a ese cabrón, joder. Al menos desde aquí se ven mejor las últimas estrellas: ya han apagado las farolas. Todavía duele. Es mejor no pensar en nada, siempre lo dicen. Dejar la cabeza en blanco y cerrar los ojos. Pero será mejor llegar y tumbarse, descansar al fin. Ya no queda nada. Puedes levantarte, vamos. Ya duele menos. Eso es, lo más difícil es sentarse, ahora sólo hay que apoyar las palmas en el suelo y empujar un poco. Todo se levanta. Es increíble: uno piensa un movimiento y como por arte de magia las extremidades se mueven justo como uno quiere. Bueno, la mayoría de las veces. Al menos se parece a lo que uno quiere. ¿Cómo será no poder hacerlo? Si fuera paralítico, pediría que alguien me pegara un tiro. Pensar en moverse y no poder hacerlo es como preguntarle a Dios, a ese Dios al que todos adoran, qué cojones hacemos aquí: nunca hay respuesta.
Mira, amigo, ya estamos llegando. Es verdad lo que dicen: sólo hace falta pensar en otra cosa para que el dolor se diluya. Siempre lo digo: dejar la mente en blanco. Se ve la cama desde aquí. Así debe sentirse un corredor al ver la línea de meta. La brisa del río empieza a notarse y los primeros pájaros despiertan el día. El olor a hierba y a rocío nos da la bienvenida, amigo. Sólo unos metros: un paso y después otro paso, un paso y después uno más. El techo del puente nos refugia de los primeros rayos. Al fin en casa. Todavía duele. Al tumbarse, parece que me estén aplastando la cadera. Mi cama, al fin mi cama. No pienses en el dolor, poco a poco se irá. Cierra los ojos. Deja la mente en blanco. Simplemente no pienses en nada. Y tú, amigo, descansa: si sobrevivimos, mañana seremos poetas.

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