Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.
Ángel González
se desvanezca de repente.
Mañana las lluvias limpiarán
los corazones ahogados en su llanto.
Mañana será el día. El día que,
sedientos, esperamos.
Seré feliz, mañana;
dará paso el miedo a esa
valentía inusitada, casi en peligro
de extinción.
Mañana la ciudad, extendida
en la noche, abrirá sus calles
a los enamorados.
Acabará la hipocresía, mañana.
No será el amor en balde, mañana.
Venceremos a las sombras, mañana.
Se detendrá el vuelo de las bombas
un día como mañana.
Y mañana estará otra vez
mañana en el mismo horizonte.
Volveremos a pensar
entonces en el fatídico día
que no verán jamás los ojos
sobre la faz de la tierra.