lunes, 1 de febrero de 2016

III

Nosotros, los jóvenes,
tenemos que secar los jardines
del recuerdo, olvidarnos del ayer.
Tenemos que abandonar las utopías,
ser sensatos, resignarnos a perder.
Tenemos que utilizarnos sin despecho,
tenemos que llorar matando,
que mirar sin ver.
Tenemos que llevar la contabilidad
del corazón, caricias de papel.
Tenemos que comprarnos
y vendernos.
Tenemos que vivir entre fronteras
presos de una sola piel.

Tendremos que aceptar el desengaño,
tendremos que empezar a comprender
con el goteo de los años
que la vida era aquello que se fue.
Tendremos que morir viviendo,
que sufrir callando,
que siendo, dejar de ser.
Tendremos que asomarnos al espejo,
velado y turbio, y mantener
la mirada a ese reflejo
cercado por una sombra
que no deja de crecer.